“El lenguaje como puente: Ensayo sobre la importancia de comunicarnos correctamente”

 

Introducción

Vivimos en una sociedad donde hablar no siempre significa comunicar. Aunque hoy contamos con más canales que nunca para expresarnos mensajes, audios, correos, redes sociales, los malentendidos siguen siendo parte del día a día.

Muchas veces creemos que el otro “nos entendió”, pero el mensaje no llegó como queríamos. Esto genera conflictos en nuestras relaciones personales, discusiones innecesarias en el trabajo o confusiones en la escuela. 

El lenguaje y el proceso comunicativo son fundamentales, no solo para decir algo, sino para
construir relaciones, tomar decisiones y evitar errores

En este ensayo reflexionaré sobre cómo nos comunicamos, por qué es tan importante hacerlo con claridad y asertividad, y cómo esta habilidad se convierte en una ventaja tanto en la vida personal como profesional.

Desarrollo

El lenguaje no es solo un conjunto de palabras; es una forma de conexión. A través de él expresamos lo que pensamos, lo que sentimos, e incluso lo que no decimos directamente. También es una herramienta que transmite valores, identidad cultural y emociones. 

Por eso, no basta con hablar: hay que saber cómo, cuándo y para qué lo hacemos. Muchas veces, un mismo mensaje puede tener interpretaciones muy distintas dependiendo del tono, el contexto o incluso el canal por el que se transmite.
El proceso de comunicación incluye varios elementos que trabajan en conjunto: el emisor (quien transmite el mensaje), el receptor (quien lo recibe), el canal (el medio por donde viaja el mensaje), el código (el lenguaje utilizado), el mensaje en sí, la retroalimentación (respuesta del receptor) y el ruido (todo lo que puede interferir). Si uno de estos falla, la comunicación se rompe o se distorsiona. 




Un ejemplo muy actual es cuando enviamos un mensaje de texto sin signos de puntuación o sin emojis. El receptor podría malinterpretarlo como enojo, frialdad o sarcasmo, aunque esa no haya sido nuestra intención. Lo que decimos y cómo lo decimos importan por igual.

Aquí entra la comunicación asertiva: saber expresar nuestras ideas, necesidades o emociones de manera directa, honesta y respetuosa. Esto no significa ser agresivos ni callarnos para evitar conflictos. Al contrario, la asertividad permite poner límites, pedir lo que necesitamos y escuchar activamente, sin herir ni dejarnos de lado. 

En el ámbito profesional, esta habilidad puede marcar la diferencia entre resolver un conflicto en equipo o dejar que se convierta en un problema mayor.
Por ejemplo, un colaborador que sabe comunicar un desacuerdo de forma respetuosa tiene más posibilidades de ser escuchado y valorado que alguien que explota o se calla hasta acumular frustración.


También debemos considerar el lenguaje corporal: los gestos, las expresiones, la postura y el tono de voz. Muchas veces, nuestro cuerpo dice más que nuestras palabras. En una entrevista de trabajo, por ejemplo, mantener contacto visual, hablar con seguridad y mostrar interés puede causar una mejor impresión que una respuesta correcta dicha en tono plano o con nerviosismo. Todo comunica.

Conclusión

Dominar el arte de comunicarse no es un lujo, es una necesidad. En un mundo donde los malentendidos se multiplican, aprender a expresar lo que sentimos y pensamos con claridad, seguridad y empatía es una de las habilidades más valiosas que podemos desarrollar. 

Las personas que saben comunicarse asertivamente tienden a tener mejores relaciones, menos conflictos y más oportunidades profesionales. Como futuras profesionistas, mejorar nuestra forma de comunicarnos no solo nos ayuda a destacar, sino que nos prepara para enfrentar el mundo con madurez, liderazgo y confianza. Al final del día, quien sabe comunicarse bien, tiene medio camino ganado


Referencias


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